Basada en el exitoso cortometraje del mismo nombre, “Aguas Siniestras” nos cuenta la historia de Ray (Wyatt Russell), un exbeisbolista obligado a retirarse antes debido a una lesión. Él, junto con su familia, está buscando la manera de comenzar de nuevo y encontrar un nuevo hogar.
Durante su búsqueda, encuentran la casa perfecta que incluye una piscina. Nuestro protagonista aún tiene la esperanza de volver a jugar y cree que, con la ayuda de la piscina y un poco de terapia en ella, podrá regresar al campo. Sin embargo, hay un pequeño detalle: la piscina está embrujada.
Su esposa, Eve (Kerry Condon), se da cuenta de que algo no está bien con la casa. Su esposo se ha recuperado de su lesión bastante rápido y su comportamiento es extraño. Temiendo por la vida de su esposo y sus hijos, Eve comienza su búsqueda para completar las piezas del rompecabezas y descubre que la piscina no da nada si no se realiza un sacrificio a cambio.
Últimamente, la mayoría de las películas de terror tienen un predecesor, y ese predecesor es un cortometraje con una duración máxima de 10 minutos. Es precisamente por esta razón por la cual deberían quedarse así; no hay más historia que contar.
Con “Aguas Siniestras”, pudo ser la excepción. Tenían un amplio abanico de opciones para darle un buen desarrollo y convertirla en una sólida historia de terror, no en un capítulo más de “Escalofríos”. Habría sido valioso arriesgarse un poco más con los espíritus que habitan en la piscina. Sin embargo, decidieron optar por el camino fácil, con personajes mal escritos, sin desarrollo y una historia llena de sustos mal ejecutados, lo que hace que la trama resulte tonta y aburrida.
La película falla en su principal cometido, que es mantener a la audiencia entretenida e interesada; en este caso, es todo lo opuesto. Su simplicidad y fórmula le juegan en contra, representando una gran oportunidad desaprovechada.