Filmar una película en la que “no pasa nada” resulta extraño. Especialmente porque es casi imposible que, por más simple que sea un protagonista, no le suceda nada. Al menos tendrá alguna pequeña aventura al hacer las compras o al revelar el rollo de su cámara. Este es el concepto clave para entender “Perfect Days“, la última película de Wim Wenders. En ella, se retrata el día a día de un conserje que limpia baños en Tokio y los pequeños sucesos que le van ocurriendo aquí y allá. Conversaciones insulsas que tiene con su compañero, que unas colegialas le miren de arriba a abajo o escuchar su colección de vinilos al finalizar el día, son ejemplos de los momentos que no hacen que la historia avance, al menos en apariencia.
Estamos acostumbrados, como espectadores, a que se nos lleve de la mano con un inicio, un desarrollo y un desenlace; a que se nos guíe en una narrativa en la que el protagonista toma las riendas. “Perfects Days” no puede ser más contrario a ello. Porque, como explica el título, se trata de días de armonía, de paz y de sencillez. Wim Wenders nos invita a entregarnos al mundo de las sensaciones y no de las acciones para entender su obra.
Lo maravilloso es que, a pesar de que la envoltura sea lenta y monótona, la trama se revela poco a poco. Un hombre ha decidido tener una vida mucho menos acomodada de la que podría; vive recluido dentro de su pequeño mundo, apenas tiene amigos o contacto con los demás, se ha alejado de su familia y no aspira a nada. Para entender la belleza en su decisión, el film recorre los pequeños placeres de ese mundo íntimo, diminuto y “aburrido“, que en realidad resulta ser extraordinario.
Sin desearlo, la película hace una crítica al modo de vida capitalista del que todos somos parte: trabajar, triunfar y presumir. Hirayama, nuestro conserje, es tanto amado como odiado por las personas que lo rodean, pero ninguno puede permanecer indiferente ante un hombre que, en realidad, parece que no se involucra de ninguna manera, ni con el modo de pensar ni con el de vivir “normal” de nuestro tiempo.
Ya sea la joven novia de su compañero de trabajo o su sobrina, se quedan fascinadas por este hombre que parece ser de otra época, muestra de cómo las generaciones actuales ven con ojos extraños este estilo de vida arcaico y, sin embargo, encantador. Mientras que su hermana o su compañero de trabajo, personajes inmersos en el mundo del consumo, de obtener cosas y sobre todo, de estar en constante presión, se sienten con el derecho de reprochar las decisiones en su estilo de vida.
Ninguno de los elementos en la cinta se cansa de prepararnos para entender lo bello en la simple vida de Hirayama. Tanto la fotografía con una hermosa luz azulada al amanecer, como la delicada y muy bien pensada selección musical, evocan este sentimiento de melancolía. La misma actuación de Kōji Yakusho es la cereza del pastel, porque aún con un semblante rígido y por ratos cansado, el actor logra transmitirnos paz.
“Perfect Days” es una cinta indispensable y, sobre todo, muy pertinente para entender que otro mundo es posible si comprendiéramos que la vida no va de quién llega más lejos, sino de quien lo hizo en paz consigo mismo, disfrutando de las pequeñas cosas y teniendo el mayor número de días perfectos.